miércoles, 19 de enero de 2011

Cherating…

Después de unos días en melaka  seguimos hacia el sur costeando el mar que separa Malasia de la gran isla de Sumatra, Indonesia, con paisajes muy verdes y el cielo siempre a punto de llorar, confirmábamos que estábamos en el trópico ecuatorial.
La carretera serpentea en una enorme alfombra verde, tupida de plantación de palmeras, la cual es utilizada para extraer diferentes tipos de aceites, mires donde mires, solo se ven palmeras.
Con el paso de los kilómetros nos íbamos acercando a nuestro destino que era Johon Bahru, ciudad fronteriza con el pequeño pero poderoso país de Singapur. Decidimos alojarnos en una pequeña casa convertida en guest house, donde su propietario Jomi y su pequeño hijo, Jomi junior, hacían todo lo que estaba a su alcance para hacernos sentir cómodos.
A la mañana siguiente, con la cara lavada, decidimos ir a visitar Singapur. Ya en la frontera, veíamos que el flujo de gente que iba y venia era increíblemente grande, por una razón lógica, las 50.000 personas que cruzan diariamente de ida y vuelta la frontera, muchos son malayos que viven en Johon Bahru, que cuesta 3 veces menos que en Singapur, pero trabajan en Singapur donde ganan 3 veces mas que en Johon Bahru. Otros muchos son los que viven en Singapur y cruzan a hacer compras en Johon Bahru donde todo cuesta 3 veces menos que en Singapur.
Una vez dentro del gran paraíso fiscal asiático, percibimos el estrés en el cual vive la gente, ya que no hay mucho que hacer en la isla, solo trabajar y consumir. Ardua tarea en un lugar donde los centros comerciales parecen una epidemia del siglo XXI. Grandes superficies donde las  famosas y costosas marcas hacen lo posible por quedarse con parte del pastel.
La visión de la ciudad desde un rincón de la bahía, es de postal. Inmensos rascacielos de cristal rodeados de exuberantes edificios públicos, compiten por ver cual es mas imponente, todo esto en un marco legal, donde las reglas mas insólitas están presentes en esta sociedad, por ejemplo: esta prohibido comer chicle en la calle; fumar en la vía publica puede costarte 500 euros de multa; comer en la vía publica puede costarte 250 euros de multa y a todo esto hay que sumarle los innumerables carteles de prohibición: no cruzar por…; no sentarse en…; no pescar; no bañarse; no, no, no y no….
La libertad censurada.
Ya de vuelta en la sonriente y magnifica Malasia, cogimos la moto y  comenzamos a bordear la costa Este en dirección norte. la gran alfombra verde de palmeras continuaba presente y el cielo lloraba de tanto en tanto sobre nuestro paso pero esto no nos impidió llegar hasta donde estamos hoy, Cherating, un pequeño pueblo surfista a orillas del mar con una hermosa playa de arena blanca donde el reloj parece que se hubiera detenido con habitantes que desbordan simpatía y amabilidad.
Uuy!!! Acaba de salir el sol, la playa nos espera…


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