sábado, 6 de noviembre de 2010

A tan solo 300 kilómetros de la frontera turca llego la bendición…

Después de llenar el tanque de gasolina y  mientras comíamos algo oímos una moto aparcar, maletas militares colgadas a los lados, con un buen repertorio de banderas pegadas en ellas y un conductor que al bajar  nos estrecho la mano y se presento como Miguel.
La carretera esta llenas de sorpresas y esta fue una de ellas, Miguel, motero de hace 24 años con una experiencia increíble  tan solo al arrimarse empezó a compartir  todo lo que sabia, es de esas personas que con un zapato te hacen un carburador. Lo cómico fue el momento en el cual hizo una pregunta técnica y después de un tartamudeo los tres empezamos a reír.
Para nosotros con tan solo un mes de experiencia en el arte de viajar en moto fue  como una bendición encontrarnos con el. Se dio cuenta rápidamente que no teníamos ni puta idea de este arte.
Nos dirigíamos en la misma dirección, llegar a Estambul ese mismo día era el objetivo.
Encendimos las motos y nos pusimos en marcha en dirección a la frontera turca.
Luego de 30 minutos de papeleo, y de recorrer ventanilla tras ventanilla para no olvidarnos de ningún sello, entramos a Turquía.
Una vez en Estambul, nos alojamos en diferentes lugares ya que a Miguel lo esperaba Miquel Silvestre, otro motero con mucha experiencia (www.miquelsilvestre.com)
Los turcos son personas muy amables, hospitalarios y siempre sonríen. El efectuar una pregunta es un placer ya que lo más probable es que dejen lo que están haciendo y te acompañen. En este país se puede ver claramente que durante muchos años fue el paso de mercancía de oriente a occidente y viceversa, en su  comida se ve reflejado. Los aromas asiáticos que invaden las calles de Estambul y los platos llegados desde occidente hacen que caminar por esas calles sea un placer culinario.
En algún otro viaje nos ha pasado que probar la comida es una moneda que gira en el aire, cuestión de suerte. Pero aquí no hay fallo, desde el pan, la variedad de dulces, sus lácteos y sobre todo el repertorio de platos que te encuentras al momento de elegir que vas a comer.
Estambul te invita a caminar, (ver video “trafico en Estambul) fácilmente puedes recorrer sus bazares (Gran bazar, bazar de las especies), las diferentes Mezquitas que te deslumbran en lo mas alto de la ciudad, el casco antiguo, el cruce del puente Galata donde puedes saborear un rico chai (te) de los vendedores ambulantes que comercializan su infusión a los pescadores locales.
Marcharse de Estambul fue difícil ya que es una especie de agujero negro, diría Miquel.
El jueves 4 por la mañana subimos las 3 motos al ferry que nos cruzaría al otro lado de la ciudad, (Estambul esta dividida por el estrecho de Bósforo, el cual une el mar negro con el mar de Marmara) Asia nos daba la bienvenida.
A 100 Km. de dejar el ferry despedíamos a Miguel que se dirigía hacia el sur y nosotros junto a Miquel continuábamos en dirección Ankara, capital de Turquía. Los 480 Km. que recorrimos con Miquel fueron muy divertidos, con anécdotas que recordemos cuando nos reunamos a tomar “tres” cervezas en España.
Hoy nos encontramos en Ankara, stop obligatorio. Aquí se encuentra la embajada de Irán y la de India, hemos comenzado el tramite del visado de Irán con la suerte de que solamente nos piden fotocopia del pasaporte eso nos permite seguir con el pasaporte en mano  y el lunes tratar de hacer el visado de la India que supuestamente demora menos.
Ayer nuestro compañero continuó hacia Siria. Nosotros después de hacer los trámites y de aprovisionarnos de una cubierta trasera nueva, decidimos pasar el fin de semana a las afueras de Ankara a orillas de un lago donde pensábamos acampar. Cuestión que nunca pudimos ya que al detenernos en una gasolinera a preguntar donde podíamos armar la tienda, los 3 chicos que trabajan allí sin hablar una palabra en ingles mediante señas gentilmente nos invitaron a cenar con ellos mientras seguían trabajando ya que hacen jornadas de 24 horas, también nos ofrecieron dormir en el lugar que ellos utilizan para rezar en la gasolinera y hoy por la mañana, cuando finalizaron el turno, Eran, uno de ellos, nos invito a pasar el fin de semana en su casa. Parece increíble que hace 24 horas estábamos preguntándoles a unos chicos donde poder acampar y ahora nos encontramos en el living de la casa de uno de ellos.