domingo, 28 de noviembre de 2010

Dos "marcianos"


Acabamos de llegar del aeropuerto, nos trajo un trabajador del  la compañía aérea donde se quedo la moto, mañana terminan todo el papeleo y el embalaje.
El martes a las 6 de la mañana nos despedimos de este “PAIS”.
Este relato lo escribimos con los ojos húmedos por una inmensa emoción que nos invade al recordar cada momento vivido aquí.
Desde el empleado de la panadería de la vuelta del hotel al empresario de maquinas de fitness. Todos, absolutamente todos han hecho lo posible para que nos sintamos cómodos.
Ningún tipo de herramienta podría medir la generosidad y amabilidad de este pueblo. Comer y beber todo lo que nos invitan sería imposible, no nos alcazaría el tiempo.
Trataremos de explicar  con este ejemplo lo que hemos estado sintiendo:
Imaginen que en un día cualquiera de sus vida, al Salir a pasear el loro al parque del frente, ven que se les acerca una nave espacial y que en ella viajan dos “marcianos” al detenerse la nave, se acercan con el loro en la mano izquierda y con al otra gestionan algún tipo de saludo de bienvenida  y con una sonrisa le preguntan,  ¿de que planeta sois?, los marcianos contestan y sonríen a la respuesta, el loro no para de cantar y el terrícola sorprendido exclama !!!ohhh!!!E ahí que se dan cuenta que esta oportunidad de tener dos marcianos de invitados en su casa es muy difícil que se repita, es por ello que no pierden tiempo sueltan el loro y  gestionan la segunda pregunta pero con un tono mas comprometedor ¿quieren comer y beber algo? Os invito a mi casa, los marcianos aceptan tal invitación. Una ves dentro de la casa  con todo la familia sentada en forma de media luna  tratando de no perderse detalle de lo que aquellos dos individuos respondían al extenso repertorio de preguntas. Mientras que por la ventana se asomaban las vecinas más tímidas y el peregrinaje de chavales con cara de asombro esperaban su turno para poder preguntar. La madre servia  suculenta comida y refrescante bebida, mientras que la abuela, más descarada, preguntaba ¿Cuánto cobráis? y el padre sentado en una esquina cuestionaba ¿Cómo es el clima allí? ¿Hace frío ahora?
Esto es pan de cada día, al doblar en una esquina o al frenar en un semáforo, los conductores nos miran sorprendidos y sin titubear codean al acompañante para que también  mire.
Esto sucede en un país donde las motocicletas mayores de 250 CC. están prohibidas y los turistas son una especie en extinción.
Invitamos a todos aquellos que les guste la aventura y que quieran vivir una experiencia diferente a que visiten las tierras persas.